martes, 31 de enero de 2017

Fabiola


En ese canto fino del sirirí escuchas aguda su insistencia. 
Es el mismo canto que repite siempre, como sin cansarse de llamar, como esperando al otro que ya viene, marcándole el camino de regreso.

Oyes cantar al sirirí y te preguntas entonces a quién llama. Quisieras saber si su canto llega a tiempo, si al otro lado del sonido alguien reconoce su voz.

Desde niña, Fabiola ha sido como un sirirí. Eso le decía su padre al escuchar su insistente por qué. Nunca renunció a encontrar una respuesta, como no lo hizo tampoco ante el Estado, cuando en 1984 comenzó a esperar el regreso truncado de su hijo. A falta de despedida, quedó en ella sólo una plegaria eterna en busca de certezas. 

¿Qué sentirá la mamá de un muchacho desaparecido? Le había dicho alguna vez Fabiola a Luis Eduardo. Y al comprender que ya no llegaría el abrazo del encuentro, decidió entonces que en su vida no habría tiempo para el olvido.

Fabiola ha gastado tantos años buscando justicia por su hijo, que ahora no quiere recordar cuántos ha vivido. Pero la suya sigue siendo la voz de la firmeza, de la resistencia, del amor de una madre que no abandona. La voz del sirirí que no se apaga.

Oyes cantar al sirirí y te preguntas cómo cabe tanta fuerza en ese pecho pequeñito. 

Oyes la voz de Fabiola y te preguntas cómo, en ese corazón tal vez cansado, cabe tanto amor que no se rinde. 

* Publicado en el libro "Tú también has visto volar mariposas", del proyecto Mayo por la Vida de la Alcaldía de Medellín.
Ilustración: Mónica Betancourt
Diagramación: Carolina Salazar

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