martes, 31 de enero de 2017

El amor que sí se puede nombrar

El día que Hunter y César se casaron los dos llevaban puesta una chaqueta blanca y un pantalón negro. Hunter tenía una camisa azul clara con corbata del mismo color y César una camisa rosa con un corbatín de cuadros. Los dos se veían sonrientes, tomados de la mano, como celebran su compromiso con el amor acompañados por sus familias y sus amigos. Lo sé porque vi una fotografía de ese día. De su vida personal no me atreví a preguntar nada en la conversación con Hunter Thompson Carter, tal vez porque me faltó tiempo, o tal vez porque no me sentí con derecho a hurgar en la privacidad de un hombre que ha hecho tanto por proteger los derechos de las personas que buscan dejar de ser juzgadas, precisamente, por sus elecciones íntimas y personales.

Hunter T. Carter en Medellín en la Cumbre Internacional de la Noviolencia, Mayo por la Vida, 2015.
Hunter T. Carter es abogado comercial corporativo, es estadounidense y, además de ser socio de un prestigioso bufete de abogados en su país, hace parte de una organización internacional que busca impulsar y respaldar entidades sin ánimo de lucro que, a través de la vinculación de abogados voluntarios, lleva de manera gratuita casos relacionados con temas como los derechos de las mujeres, la protección del medio ambiente o, como en su caso particular, los derechos de la comunidad LGTBI. Hablar de su trabajo es, inevitablemente, hablar de su vida personal. Él es un hombre casado con un hombre.

Por estos días Carter está en Medellín para participar en dos eventos de la iniciativa ciudadana Mayo por la Vida: el conversatorio Derechos para Todos y la Cumbre Internacional de la Noviolencia. Su relación con la ciudad es estrecha. César, su esposo, el menor entre diez hermanos hombres, nació en Medellín y es allí donde vive toda su familia. Carter, entonces, se define como un familiar, vecino, inversionista y participante de la cultura paisa y colombiana. Él, que también se preocupa por comprender asuntos locales como la desigualdad social y las conversaciones de paz en La Habana, dice que, a pesar de todo lo que falta, Colombia ha logrado en muy poco tiempo avanzar en la garantía de derechos para la población homosexual.

“¿Cómo es posible que el Estado tenga el poder de anular una elección perfectamente legítima basada en el amor?, es una de las pregunta con que argumenta su defensa del matrimonio igualitario. Así lo hizo en marzo de 2013 en el Senado de la República de Colombia, cuando se discutió el proyecto de ley que buscaba reconocer el matrimonio civil a las parejas del mismo sexo y que luego fue derrotado con 51 votos en contra y 17 a favor, con la inasistencia de 24 senadores. A través del movimiento para el matrimonio igualitario hemos visto en la comunidad LGTBI uno de los cambios sociales más grandes del mundo. Hemos logrado en poco tiempo el rechazo a un tabú bien duradero, a través de los medios noviolentos: conversación, debate, amor, racionalismo, participación en tribunales, aplicación de normas según el estado de derecho, dice Hunter T. Carter. 

¿Por qué tenemos tanto miedo como sociedad para aceptar lo que nos parece diferente?

La pregunta es más difícil: ¿por qué tenemos tanto miedo? Punto. Hay miedo por muchas razones. No soy sicólogo, tampoco puedo imaginar una respuesta informada respecto a eso, pero mi perspectiva personal es que sí hay mucho miedo y la única, única, única solución al miedo es el amor. Creo que nuestro lindísimo potencial como comunidad homosexual de participar en la sociedad es que lo que nos define es el amor, la forma como amamos. Es que amamos a pesar de los retos más difíciles, las barreras más grandes y duraderas. Como comunidad gay, hemos dicho que sí se puede. Se puede enfrentar con confianza, dignidad y autoestima a un juez escéptico, a un senador escéptico, a una mamá, a un vecino. Y con muchísimas conversaciones de manera descentralizada, con cada uno trabajando en su propio campo, hemos podido llegar a donde estamos, hemos visto un cambio social tan grande insistiendo en nuestra autoestima y autodignidad, a través del diálogo y siempre con la confianza de que nuestro amor merece el título amor.

En Colombia el panorama aún es difícil para la comunidad homosexual. Hace poco una encuesta indicó que el 60% de la población rechaza el matrimonio igualitario. ¿Cuál es su percepción personal sobre el tema en este país?

Este es un país paradójico, tal vez irónico. Hay mucho rechazo, es absolutamente seguro, hay gente que muere, gente que sufre bullying. Quiero enfatizar y mencionar el nombre de Sergio Urrego, que es un caso emblemático, no único pero sí emblemático. A él, por amar a otro chico, su primer amor, que es la cosa más bella en el mundo, lo castigaron y persiguieron, incluso su propios profes, hasta que le faltó la esperanza para continuar viviendo. Un chico. Imposible eso. Pero digo que es un país irónico porque a pesar de estos problemas también veo mucho para ser optimista. El rechazo está bajando tan rápido que hace dos años era casi imposible conseguir el apoyo de un grupo de abogados para entregar un informe a la Corte Constitucional. Ahora estoy participando con los esfuerzos coordinados por Colombia Diversa y su director ejecutivo, mi amigo Mauricio Albarracín, que trabaja con tanta confianza y dedicación, que ahora están vinculados casi todos los estudios grandes de abogados del país. Estamos en una etapa de conseguir firmas de apoyo de empleadores que tienen compromiso con el pacto global que exige el principio básico de la no discriminación, para entregar un informe a la Corte Constitucional por su debate actual. Así veo que éste es un país que está cambiando rápidamente.

¿Qué le hace falta en Colombia a la Comunidad LGTBI para ser más fuerte?

Es duro criticar a la comunidad gay en Colombia porque los admiro mucho. Están trabajando en un entorno difícil, en un país con problemas tan grandes como la violencia. Es también un país que por muchos años creo que ha tenido un cierto don´t ask, don´t tell (no preguntar, no decir) y tengo la experiencia de conocer a personas de alto rango social que, quienes los conocen, saben pero no preguntan sobre su orientación sexual. Los aceptan pero bajo limitaciones. Digo que admiro a la comunidad gay, no solamente a sus líderes, sino también a estas personas porque, sin salir del armario, han logrado un cierto nivel de convivencia. A mi juicio, objetivamente o en términos por perfeccionar, sería mejor que pudieran salir del armario, vivir como quieren hacerlo.

Para mejorar sólo digo que hay muchos ejemplos interesantes recientes como el de Irlanda el 22 de mayo se convirtió en el primer país del mundo en aprobar el matrimonio gay por votación popular. En este país, el más católico de Europa, todos los partidos políticos, de cualquier tamaño, están a favor y las encuestas dicen que dos terceras partes del país están a favor. Los activistas lo han logrado convenciendo a estrellas, actores, deportistas y otras personas que son líderes de opinión, pero mucho más a través de las conversaciones personales, las conversaciones pequeñas en las casas. Los colombianos tienen muchísimos ejemplos como Alabama, California, Sudáfrica, Argentina o el D.F., y por eso estoy acompañándolos y facilitando información y conversaciones entre la sociedad. Es importante conocer el marco jurídico si uno es un activista colombiano, porque del lado de los que se oponen al matrimonio igualitario no hay ninguna prueba pericial que tenga peso.

¿Qué falta en la comunidad heterosexual para avanzar en la comprensión de los derechos de la población homosexual?

La respuesta es muy corta: ayudar, ser aliados. Si tú amas a tu hermano, díselo. Si adivinas que está encerrado en su armario, dile que lo amas incondicionalmente. Si tú eres una profesora, por ejemplo,  y ves a un chico sufriendo, aunque no sepas o sólo adivinas la razón por la cual está sufriendo, dile con confianza, con amor, con una sonrisa, que todo mejora. Que, aunque no sienta eso ahora, hay miles de ejemplos que le pueden ayudar. Que tal vez podrá ser una estrella, un presidente, un senador, una profe, un sicólogo, un músico, un futbolista, entonces, aunque no le parezca ahora, todo va a mejorar.

Las personas fuera de la comunidad LGTBI, que son aliados o familiares, pueden participar diciendo yo apoyo. Si tú eres una mamá y temes que tienes que enfrentar este tema con tu hijo o hija, busca la información, es fácil. Porque la comunidad gay es muy pequeña. Ellos no pueden lograr sus objetivos sin aliados dedicados.

¿De dónde sale la motivación de un abogado exitoso, que podría dedicarse sólo a negocios privados, para trabajar en una causa pública, difícil, llena de oponentes poderosos?

“¡Cómo no hacerlo! Amo y soy amado. Es una condición deliciosa el amor. He visto que al final del túnel hay una luz y si hay personas a mi lado que todavía no la ven, cómo no decirles que hay luz. Para mi es natural. Debo agregar que he tenido muchos ejemplos morales en mi vida y una de las cosas que más me gusta de mi país, a pesar de sus muchos problemas, es que siempre estamos tratando de mejorar. El proyecto americano ha tenido, y espero que siga teniendo, como su objetivo, la plena realización de la libertad en la felicidad de las personas. Eso me ha impactado toda mi vida. Mi papá era muy patriótico, digamos, muy conservador, y murió hace un año pronunciando el nombre de mi esposo, despidiéndose de él, conociendo a mi esposo, conociéndolo. En eso veo nada menos que la felicidad total. Esa sensación debe uno compartirla. No hay alternativa.


No podría haber una respuesta más íntima y contundente. Nada más qué preguntar en esta conversación con Hunter Thompson Carter, quien estará este lunes 25 de mayo en el conversatorio Derechos para Todos de Mayo por la Vida, en la Cinemateca de la Biblioteca EPM en Medellín a las 4:30 p.m.

*Escrito en mayo de 2015 para el proyecto Mayo por la Vida de la Alcaldía de Medellín. 
Fotografía: Sergio González

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